Philippe Demeillier,
pintor, escultor y productor de construcciones animadas extraordinarias, a razón de una imaginación fértil y fantástica. Sus imágenes e ideas provienen de un bestiario personal hecho de pájaros, quimeras, perros y dragones. Ha creado Criaturas aladas, con ruedas y hélices que zumban y se agitan en el aire para hablar y golpear, simulando tener vida real. Sus esculturas están pintadas. Sus pinturas evocan a Bosh o Bacon, son ventanas abiertas sobre un mundo diario de caras y figuras: manipulaciones, falsificaciones y metamorfosis. Sus influencias, de lo surrealista al arte de niños, de los primitivos y de los locos, están consumidas y destiladas en una visión personal poderosa, que consterna a veces, pero muy a menudo espiritual y satírica. Usa las herramientas tradicionales del artista con una habilidad y una facilidad cada vez menos usual hoy en día. Sus temas y nombres se remiten de juegos de palabras inteligentes y poéticos con las ideas, la literatura y la lengua popular, apuntando a las estupideces sociales y políticas. En sus construcciones reutiliza los residuos de una sociedad que consume demasiado: capós de coches antiguos, piezas mecánicas, motores y componentes electrónicos adquieren una nueva vida. Su obra puede estar vista como una crítica emocional e intelectual de un conceptualismo cierto y poco profundo, de una abstracción vacía del arte contemporáneo. Cedric Green
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